10 marzo 2018
Activistas
de “Tanquem “Cofrents” llevan un dragón nuclear a la sede de
Iberdrola en conmemoración del séptimo aniversario de la catástrofe
de Fukushima”
Activistas de las
organizaciones pertenecientes a la plataforma “Tanquem Cofrents”
han realizado, hoy 10 de marzo, una acción festivo-reivindicativa
frente a la sede de Iberdrola, en Valencia.
Los activistas
portaban un dragón chino para simbolizar que la energía nuclear es
un dragón que puede despertar en cualquier momento y desencadenar
una catástrofe, como sucedió, hace ya 7 años, en la central
japonesa de Fukushima y que sigue desarrollándose hoy en día.
Efectivamente, 7 años después los tres reactores destruidos
siguen liberando ingentes cantidades de sustancias radioactivas al
Océano Pacifico, y ni siquiera se han localizado las
masas de combustible fundido que atravesaron las vasijas de estos
tres reactores. Y mucho menos se ha desarrollado algún método
para extraerlo, por lo que parece imposible que se cumpla el
calendario previsto por TEPCO, la empresa propietaria de la central,
de poder descontaminar el emplazamiento 50 años después del
accidente. Un proceso, cuyo coste de billones de euros está siendo
pagado con los impuestos de los contribuyentes japoneses, dado que
esta empresa quebró, y ha sido de facto nacionalizada. Lo mismo que
ocurriría aquí si hubiera un accidente grave en alguna de las
nucleares españolas, ya que el seguro de las centrales nucleares
sólo cubre una minúscula parte de los gastos que eso
conllevaría
Es más, en los
últimos días se ha publicado un estudio que demuestra que además
de la enorme contaminación por sustancias radioactivas gaseosas y
disueltas que se había estimado hasta ahora, también se han emitido
desde la central micropartículas sólidas que contienen plutonio,
entre otros isotopos radioactivos. Estas micropartículas son tan
pequeñas que pueden inhalarse y llegar hasta los pulmones, lo
que multiplica el riesgo de contaminación radioactiva de los miles
de trabajadores que trabajan en la limpieza y descontaminación del
emplazamiento en condiciones, muchas veces, penosas.
7 años después, es
necesario recordar a los decenas de miles de ciudadanos japoneses que
siguen desplazados de la zona contaminada, de los que ya nadie se
acuerda, y que ya no cuentan con poder reemprender su vida en sus
antiguos hogares.
Los activistas de
“Tanquem Cofrents” han explicado también que el reactor de
Cofrentes es idéntico a uno de los reactores destruidos en
Fukushima, y han reclamado que no se prolongue el funcionamiento de
la central mas allá, como máximo, de 2021, cuando vence la actual
licencia de funcionamiento de la central valenciana y que actualmente
es la empresa Iberdrola la que tiene el permiso de explotación.
Los portavoces de
la plataforma han anunciado que intensificarán su campaña por el
cierre de esta central ante la evidencia del estado de deterioro en
que se encuentra y la irresponsable gestión realizada por su
dirección, que sólo se puede calificar como de dejadez, y que
agudiza el riesgo de que ocurra un accidente grave. Situación que es
constatada por la acumulación de paradas para reparar las
continuas averías, muchas de ellas en sistemas cruciales, que ha
venido sufriendo la central nuclear de Cofrentes en los últimos
meses.
Por último, han
recordado que las centrales nucleares no sólo son contaminantes y
peligrosas, sino que también son innecesarias, ya que su producción
se puede compensar a corto plazo con medidas fácilmente aplicables
de ahorro y eficiencia energéticas y con la implantación de un
nuevo modelo energético liderado por las energías renovables, en
una senda ya iniciada por países como Alemania, Bélgica, Suiza,
Corea del Sur o Taiwan.
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